miércoles, 17 de marzo de 2010

Desenterrando las canastas de 3,65: Experimentando con los Hawks

Han pasado más de 100 años desde que el Dr. Naismith colgase las dos primeras cestas en un gimnasio de Springfield que sirvieron de pistoletazo de salida para el baloncesto. Desde aquel momento y hasta nuestros días, las reglas han ido evolucionando según las necesidades y el paso del tiempo. El bote del balón, la zona y su posterior ensanchamiento, el reloj de posesión, el juego por encima del aro y un largo etcétera de cambios han dejado el reglamento, o reglamentos, tal y como los conocemos hoy en día. Sin embargo, hay un elemento que 114 años después sigue inalterable: la canasta. Y no estoy comparando ni mucho menos aquellas cestas de melocotones de Naismith con las maravillas tecnológicas del S. XXI que soportan estoicamente los mates de Shaq. Me refiero a la altura de las mismas, esos originales 10 pies (3,05 de nuestra unidad métrica) que han permanecido inamovibles todos estos años.

Muchas personas creen que esta altura ha quedado desfasada para los físicos de los jugadores de nuestra época, y reafirman su teoría opinando que de haber conocido Naismith el arte del mate en su deporte, habría subido sus cestas mucho más arriba.
Pero estas voces discordantes con la altura de las canastas no son ninguna novedad. Ya en la década de los 30, el legendario entrenador de Kansas Phog Allen experimentó con canastas más altas para mejorar el tiro de sus jugadores. De hecho, Kansas llegó a jugar algún partido de exhibición con canastas que superaban por bastante los 3 metros, y su entrenador apostó sin acierto que en breve acabarían cambiando las reglas del juego para adoptar sus canastas.

Nos trasladamos a la década de los 50, en los albores de la NBA. Los hombres altos, y en especial George Mikan, dominan a sus anchas la competición. En 1951 se les obligó a alejarse del aro cuando se dobló la anchura de la zona, pero esta no fue la última medida que se probó.

Llegamos al mes de marzo de 1954. En Minneapolis se enfrentan los Milwaukee Hawks contra el equipo local, los Lakers. Este partido del tramo final de la regular season habría pasado inadvertido sino fuera porque la NBA iba a experimentar una serie de cambios en las reglas. La primera medida afectaba a las faltas personales. Los partidos se hacían muy pesados por la gran cantidad de tiros libres que se lanzaban, por lo que probaran una curiosísima norma para avivar el juego: durante el transcurso del primer y tercer cuarto no se lanzarían tiros libres, se apuntarían los totales, y al finalizar el primer cuarto se compensarían, y al final del tercero se lanzarían todos los acumulados en dicho periodo.

¿Muy enrevesado, no? Mejor ver un ejemplo práctico con el desarrollo del partido. Ah, por cierto, se me olvidaba un detalle, la altura de las canastas de ese encuentro fue de 12 pies, o lo que es lo mismo, 3.65 metros.

El partido comenzó con unos acertados Hawks que anotaron en sus tres primeros ataques (0-6), pero lógicamente no pudieron mantener ese ritmo. En el bando local, Mikan se peleaba con la canasta fallando todos sus lanzamientos. Al final del cuarto se llegó con un resultado de 10-12 a favor de Milwaukee. A cada equipo le correspondía lanzar 3 tiros libres, por lo que se compensaron y a seguir jugando.

En el segundo cuarto los Hawks tuvieron una máxima renta de 7 puntos (15-22), pero los Lakers empezaron a acostumbrarse a la nueva distancia y llegaron al descanso con tan sólo 1 punto de desventaja 26-27. Esta racha la prolongarían durante el tercer cuarto, coincidiendo con el despertar de un Mikan que por fin conseguía anotar tras haber fallado sus 12 primeros tiros. Además los Hawks sólo conseguían anotar 3 lanzamientos de 15 intentos. 40-33 reflejaba el marcador antes de que diera comienzo el carrusel de tiros libres, que a diferencia del primer cuarto, en esta ocasión no se compensaron y se tuvieron que lanzar en su totalidad. Minneapolis metió 5 de 5 (cuatro de ellos de Mikan), mientras que Milwaukee perdía la oportunidad de engancharse al partido fallando 7 de sus 10 tiros.

En el último periodo los Lakers consiguieron su máxima diferencia con un 53-41, y a partir de ese momento los esfuerzos de los Hawks para remontar de la mano de Bill Calhoun fueron en vano, y acabaron perdiendo 65-63.

Las reacciones negativas de los protagonistas no se hicieron esperar:

“Es la mayor farsa que he visto en el baloncesto profesional”Ben Kerner, propietario de los Hawks-

“Ha sido un gran fracaso. Ni mucho menos ayuda a los jugadores pequeños. Beneficia a los reboteadores fuertes como yo, que tenemos una décima de segundo más para posicionarnos para el rebote”Vern Mikkelsen, alero de los Lakers-

“Nadie metía la maldita bola. Los peores tiradores han sido los que han conseguido más canastas, y los grandes han seguido capturando todos los rebotes”John Kundla, entrenador de los Lakers-

“Apesta” –George Mikan-

Los números apoyan las críticas de los presentes. Los equipos tuvieron un porcentaje de acierto del 30% en tiros de campo, cuando la media de la temporada superaba el 37%, y aún fue peor en los tiros libres, donde acertaron en un 56% de los lanzamientos cuando lo habitual era un 71%.

Los Milwaukee Hawks no tardaron mucho en quitarse la espina de aquella derrota, y ya con las canastas de toda la vida ganaron dos partidos seguidos a los Baltimore Bullets ... el día siguiente. Sí, no lo han entendido malamente. Tras su regreso de Minneapolis, en su casa les esperaba el último experimento que pondría en práctica la NBA aquella temporada: una doble sesión de baloncesto, con la peculiaridad de que ¡los contrincantes en los dos partidos serían los mismos!.

En una iniciativa sin precedentes en la NBA, Milwaukee y Baltimore jugaron dos partidos que consistieron en 4 cuartos de 10 minutos cada uno, 8 minutos menos de lo habitual. Curiosamente el desarrollo de los encuentros fue idéntico. Baltimore venciendo por 5 y 6 puntos al final del primer cuarto, y Milwaukee dándole la vuelta para acabar venciendo 64-54 en el primero y 65-54 en el segundo. Además, el máximo anotador de los Hawks en ambos partidos fue el exterior Bob Harrison, que consiguió 14 y 18 puntos respectivamente cuando durante toda la temporada promedió 6.

A pesar de la buena aceptación que tuvo este doble choque que presenciaron 12.000 personas, tal y como pasó con el episodio de las canastas, la NBA decidió no volver a repetir el experimento y dejar que el resto de sus partidos se jugaran con las reglas oficiales.

La próxima vez que veamos a algún entrenador NBA que diga que en el baloncesto actual hay menos espacio, y que se deben ampliar los límites del campo o reducir el número de jugadores, podremos replicarle: Sí, y de paso que suban las canastas y se jueguen los partidos de dos en dos.

-Publicado originalmente en enero de 2006 en enCancha.com-

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