Por mucho que David Stern se empeñe en que los jugadores de High School no den el gran salto, nada impedirá que los ojeadores NBA sigan abarrotando las gradas de los institutos con el objetivo de ser los primeros en descubrir a las estrellas del futuro. Aunque siempre habrá jugadores de progresión tardía, que de la noche a la mañana impactan súbitamente en la escena baloncestística. El pívot de la universidad de Denver Yemi Nicholson es un buen ejemplo de este tipo de jugadores, aunque su historia es bastante peculiar.
Yemi, que significa “da gracias a Dios” en el dialecto Yoruban, es el hijo mayor de Willie y Bola Nicholson, unos inmigrantes de Sierra Leona que llegaron hace muchos años a Estados Unidos en busca de una mejor educación, consiguiendo ambos un título universitario.
Hasta llegar al campus de la universidad de los Denver Pioneers Yemi ha recorrido un largo camino. Nació en Oregon, vivió mucho tiempo en Texas hasta que en 1994 acabaron asentándose en Colorado. En aquellos momentos nada hacía presagiar su brillante futuro en el baloncesto:
"Siempre estaba jugando en la calle con sus amigos. Pensaba que al final acabaría eligiendo el beisbol, porque cuando jugaba al baloncesto era terrible. La primera vez que lo vi, defendía con los brazos bajados. Cuando acabó el partido y le pregunté qué porqué jugaba así me contestó que si los levantaba los otros niños no podrían ver donde tiraban la pelota"
Con estas palabras definía la madre de Yemi los primeros contactos de su hijo con nuestro deporte. Todo el mundo que lo conoce coincide que por encima de ser un excelente deportista, nuestro protagonista es una mejor persona. Por ejemplo, en un partido de la pasada temporada, más de 100 miembros de su iglesia fueron a verle jugar un partido.
Finalmente, cuando llegó al instituto decidió apuntarse al equipo de baloncesto, aunque estuvo a punto de no pasar el último corte. Esta etapa deportiva en High School tan sólo duró un año, el tiempo que tardó Yemi en decantarse por otra de sus grandes pasiones: la música. Su madre recuerda que su hijo le dijo que quería aprender a tocar el saxofón tras ver interpretar un tema a Bill Clinton en la televisión. Curiosa inspiración.
“Mis padres siempre me enseñaron a dar el máximo de mi mismo, que no hay nada fácil y que hay que trabajar muy duro para conseguir cualquier cosa” – declaró Yemi Nicholson –
Con estas premisas estaba cantado que si realmente se lo proponía no sólo iba a aprender a tocar el saxo, sino que acabaría convirtiéndose en un auténtico virtuoso, tan bueno que antes de salir del instituto recibió el prestigioso Louis Armstrong Award. Como era lógico, aceptó una beca para estudiar música en el Fort Lewis College de Colorado, el lugar donde desarrollar todo su potencial musical, pero eso no fue lo único que desarrolló. En muy poco tiempo pasó de medir 1.93 metros a sus actuales 2.10, cosa que aprovechó su padre para animarle a dar una segunda oportunidad al baloncesto, y a mitad de temporada comenzó a entrenar con el modesto equipo de su universidad, que jugaba en NCAA II.
Obviamente esto no es un guión de una película de Walt Disney, sino una historia real, y ni mucho menos Yemi Nicholson se convirtió en el líder del equipo que les llevase a alcanzar el título nacional. Su bagaje fue mucho más discreto, simplemente 3 minutos jugados en un partido. Pero aquel verano, de vuelta a casa le ocurriría algo que le cambió la vida.
En un playground de Denver tuvo la fortuna de cruzarse con Rodney Billups, hermano del base de los Pistons que actualmente es una de las estrellas de la liga letona, y que por aquel entonces era la estrella de la universidad de Denver. A Billups le gustó tanto lo que vio, que decidió llamar a su entrenador Terry Carroll para que fuese a hablar con Yemi y su familia. Sorprendentemente, poco después Nicholson aceptaba la beca de la universidad de Denver dejando atrás la música y se marchó a estudiar comunicación, y a jugar con los Denver Pioneers de la NCAA. En la temporada 2002-03 sólo pudo entrenar con el equipo para cumplir las normas de los cambios de universidad, pero sirvió como punto de partida para su gran evolución. Yemi había decidido tomarse en serio esto del baloncesto, así que sus adversarios ya podían empezar a asustarse.
En la temporada 2003-04, en su año de sophomore, salía desde el banquillo y en 12 minutos de media hizo unos números muy esperanzadores: 7 puntos, 4 rebotes y 1 tapón. Tras este buen debut, la temporada pasada se esperaba mucho más de él, pero ni el aficionado más fanático de los Pioneers habría soñado con que Yemi se convertiría en el jugador franquicia del equipo promediando más de 18 puntos, 8 rebotes y 3 tapones por partido. Además no todo fueron números individuales. Denver consiguió el título de su conferencia, la modesta Sun Belt, y se clasificó para el National Invitation Tournament por primera vez desde 1959. Como no podría ser de otra manera, a estos logros colectivos se unieron una interminable lista de galardones individuales para Yemi Nicholson, destacando su nombramiento como jugador del año de su conferencia, o la mención especial en la lista de All-American de la NCAA. Además su entrenador, vio recompensados todos sus esfuerzos con el trofeo de entrenador del año de la conferencia.
De ser un jugador totalmente desconocido entre las más de 300 universidades de la primera división de la NCAA, Yemi ha ido poco a poco haciéndose con un nombre y ganándose el respeto de los demás. Por ejemplo, este verano participó como monitor en un campus de Adidas para chavales de instituto junto a otras estrellas universitarias como Josh Boone y Rashad Anderson de Connecticut o Torin Francis de Notre Dame, que se quedaron sorprendidos cuando lo vieron jugar, y más aún cuando le preguntaron por su pasado pre-universitario.
En esta temporada NCAA que está llegando a su ecuador, Yemi debía dar un paso adelante más para conseguir su objetivo de convertirse en jugador profesional, y la verdad es que está aprovechando bastante bien su año senior. Sus promedios han subido a más de 19 puntos y 11 rebotes por partido. Sigue tirando con porcentajes cercanos al 60% y ha subido sus tiros libres hasta un respetable 74%.
En cuanto a la marcha de su equipo está siendo algo irregular. Comenzaron la temporada muy fuertes ganando los 3 primeros partidos para imponerse en el Top of the World Classic de Alaska. Más adelante sufrieron la dureza de su calendario y perdieron 5 partidos seguidos en 5 partidos jugados como visitante en diciembre.
Ahora en enero ha llegado el momento decisivo de la temporada: los partidos de la Sun Belt Conference, donde esperan poder repetir el título de la temporada pasada, y si es posible, ganar también los playoffs y hacer historia clasificándose para el March Madnnes. Por ahora llevan 2 victorias en 2 partidos y su jugador estrella, con 20 y 16 rebotes de media en estos 2 partidos, sigue dirigiendo la orquesta con la misma maestría que cuando tocaba su saxo.
¿Quién sabe donde dará sus recitales el año que viene? ¿Logrará seguir cautivando a los ojeadores de la NBA o quizás lo veamos jugando mucho más cerca?
- Artículo escrito en enero de 2006 para el programa de radio BasketAldia -
Tras volver a ser elegido All-American en 2006, Yemi Nicholson probo fortuna en los campus pre-draft de la NBA y desde entonces no ha parado de recorrer mundo: Bélgica, España (Los Barrios), Puerto Rico, Alemania, Eslovaquia y próximamente en la República Checa.
miércoles, 1 de septiembre de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario